¿Se han parado alguna vez a pensar en qué competencias y habilidades debe reunir un nuevo fichaje de su equipo? Y ya no únicamente a nivel individual, puesto que es posible que tengamos el puesto muy bien definido y sea fácil encontrarlo. Hablamos de poder encontrar esa pieza que encaje a la perfección en nuestra organización… ¿Cómo suelen ser los procesos en la actualidad?
Déjenme que les cuente. Surge la necesidad. Miramos el departamento y el perfil a cubrir. Lo definimos. Comenzamos el proceso de búsqueda. Estudios, experiencia…Varios aspirantes, y nos decantamos por el que digamos, más seguridad nos aporta que puede desempeñar este puesto. La estrategia que definimos funciona a la perfección.
Todo gira como desde hace décadas en torno al hacer. Al desempeño de la urgencia presente. A la cantidad de acciones y tareas que se supone que esa persona debe desarrollar en ese puesto. Y que entendemos las hará de manera brillante. Pero nos estamos perdiendo la mayor…
La mayor es que para que nuestra empresa crezca y alcance los niveles de excelencia que nos gustaría, deberá crearse un campo magnético que atraiga y retenga a todas las personas. Que haga que exista un más allá después del puesto, del salario y los incentivos. Este campo no es otro que una nueva cultura, adaptada a los tiempos, y donde el significado y el reconocimiento de lo que hacemos sean protagonistas.
“La Cultura se come a la estrategia de desayuno” como parece ser que aseguraba el gran Peter Drucker, genio de la administración de Empresas. Y es absolutamente cierto. ¿Cuántas veces nos hemos visto nuevamente anclados en un mismo punto sin poder alcanzar los objetivos que nos gustaría?
Se supone que tenemos todo absolutamente definido. Los planes establecidos. La estrategia marcada, y sin embargo, se siguen repitiendo patrones que no nos permiten crecer. Repetir esto año a año, ejercicio tras ejercicio, erosiona incluso a los mejores y más fuertes.
Lo que sí que nos permite avanzar con total garantías es crear esa nueva cultura. Una nueva cultura que abrace la colaboración. Que sea flexible y adaptable a los tiempos que están corriendo. Que derive en un clima emocional en nuestra organización que haga que sin mayor esfuerzo la cohesión, el compromiso, la vinculación, el entusiasmo, sean pilares de todos los procesos.
Podrán alcanzar resultados satisfactorios. Seguir año a año manteniendo los niveles de facturación previstos, pero si se quieren enfrentar al reto de convertir su organización en una altamente efectiva, comience poco a poco a trabajar en un cambio de su cultura, que permita más autonomía al trabajador, libertad en sus tomas de decisiones, se fijen unas normas y valores consensuados entre todos, y exista una ambición de gran intensidad por mantener las anteriores, que hagan que no exista otra manera mejor de proceder.
En definitiva, una organización en la que todo el mundo esté orgulloso de pertenecer, que tenga sentido y trascendencia de lo que se realiza, y donde se reconozca la importancia de todos y cada uno de sus integrantes. Donde quede claro que el bien común siempre, siempre, estará por encima de los egos personales.
Así que ya sabe, acompañe un poco de cultura a su próximo café mañanero, si de verdad quiere alcanzar altas cotas con su organización.