Resulta curioso como el ser humano se recrimina y sabotea en muchos momentos, por todo aquello que siente que le falta para alcanzar sus objetivos. Podría deberse a una percepción errónea, fundamentada en todo aquello que hemos aprendido desde que fuimos a la escuela.
Educados en una cultura en la que si hago A voy a conseguir B, resulta paradójico cómo precisamente en la vida encontramos de todo menos lo que esperábamos tras nuestras acciones.
Y esto mismo nos ocurre con la gestión de equipos y nuestro liderazgo en las empresas. Educados en cuestiones puramente técnicas, potenciadas por una Universidad y Postgrados, y por una cultura en torno al mercado laboral que nos hizo experimentar que las cosas debían hacerse de una determinada manera, caemos en estos momentos en la cuenta de que todo eso no nos está siendo suficiente para alcanzar los resultados que queremos.
Y es que esto es algo que nos estamos encontrando de manera recurrente. Líderes y responsables de equipos que nos aseguran que no están capacitados para la gestión de sus equipos, porque nunca nadie les enseñó.
Si miramos un poco hacia dentro, ¿Cuánto tiempo le estamos dedicando precisamente a este desarrollo? ¿De qué manera estoy potenciando que mi equipo crezca en cuestiones como sentido, propósito, cohesión, vinculación, motivación, organización, etc.?
Si lanzáramos ahora mismo la pregunta al aire de cuántas empresas tienen claro cuáles son las tareas a realizar por cada uno de los integrantes de los distintos departamentos, no tendríamos duda alguna. ¿Se han dado cuenta de que estamos el 100% de nuestro tiempo dedicados a cuestiones de procesos y tareas?
«Un equipo es todo aquello que siente, lo que transmite, los valores que posee, la manera en la que se relacionan sus integrantes, el compromiso, la pasión, la visión compartida»
¿Y qué ocurre cuando aún dedicando el 100% del tiempo a las cuestiones técnicas no somos capaces de alcanzar nuestros objetivos? Pues que perdemos todo el sentido de lo que nuestro equipo ES. Debido a esto, entramos en una espiral de desconfianza, desilusión, desmotivación, perdemos el sentido de lo que realizamos, nos preguntamos por qué y para qué hacemos esto… Sin caer en la cuenta de que estamos intentando aprender chino, sin ni siquiera ir a una academia!!
Esto tan básico que lo vemos con tanta claridad en este tema (¿De verdad piensa alguien que podría aprender chino sin comenzar a ir a recibir clases?) se transforma en oscuridad cuando de gestionar a nuestros equipos se trata.
Un equipo es mucho más que todas aquellas tareas que realiza. Un equipo es todo aquello que siente, lo que transmite, los valores que posee, la manera en la que se relacionan sus integrantes, el compromiso, la pasión, la visión compartida, el desarrollo personal y profesional de sus integrantes, generar un ambiente de satisfacción y orgullo, un clima en el que todos se sientan a gusto estando y quieran permanecer en él el mayor tiempo posible…
Intentar gestionar los equipos desde el paradigma de un intercambio de horas por una serie de tareas y un salario, podrá llevar a las empresas a cumplir algún tipo de objetivo a corto plazo, pero en el mundo actual de incertidumbre, cambio y velocidad de vértigo, a medio y largo plazo tiene problemas serios.
Y ahora se preguntarán, ¿y cómo lo hacemos? Aquí van unas breves indicaciones acerca de cómo podríamos abordarlo:
- Tomando conciencia de la importancia para nosotros como líderes de desarrollar esas otras patas, encontrando un equilibrio entre la parte técnica (procesos y tareas) la parte relacional (sentido de equipo) y desarrollo personal y profesional (talento) de cada uno de sus integrantes.
- Tratando de mirar más allá del bosque, sin cegarnos con el árbol que tenemos delante. O lo que es lo mismo, desarrollando una visión no tan a corto plazo., saliendo de la urgencia diaria y enfocándonos en los verdaderamente importante y que estamos postergando semana a semana.
- Desarrollar una cultura en la que nuestra relación con el error sea distinta, potenciando la llegada de este como paso previo al crecimiento y la innovación.
- Viviendo más el momento, disfrutando del proceso, sustituyendo el control en nuestra estructura por la autonomía de sus integrantes.
- Alimentar nuestra capacidad de exploración e inquietud por nuevos territorios, o lo que es lo mismo, echar un vistazo a lo que la competencia hace y se distingue.
- Mantener viva la llama de la mejora continua y el aprendizaje en todo momento y por parte de todos.
- Acudiendo a expertos que nos facilitarán todo este proceso.
- Destinando un espacio para este cometido en nuestra agenda semanal.
Y fundamentalmente, brindándonos un poquito más de amor y cariño, sabiendo que hasta ahora lo hemos hecho lo mejor que hemos podido, con los recursos que disponíamos. En definitiva, mejorando la relación con nosotros mismos, sabiendo que muchas veces nos exigimos saber chino sin haber pisado una academia.
¡Que pasen muy buena semana!